A 34 años del martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero | Ariel Romero

34 años han pasado del asesinato de Monseñor Romero y parece que fue ayer, es como si el tiempo se hubiera detenido aquel 24 de marzo de 1980.

Cuando murió el profeta nació la leyenda y el despertar de una nación marginada y acostumbrada a los Golpes de Estado por la dictadura militar al servicio de la oligarquía explotadora de aquellos días,  cuando el Partido de Conciliación Nacional con sus grupos represivos de ORDEN, hacían temblar de terror a los campesinos, estudiantes y obreros.

El pastor guiaba a sus ovejas y sus ovejas eran torturadas, encarceladas, asesinadas y arrojadas a las carreteras y barrancos en todo el país.

No tuvo otra forma de protestar más que ser la voz de los sin voz. Era la esperanza de los padres que buscaban a sus hijos desaparecidos por el Ejército y la Guardia Nacional.

Sus amigos sacerdotes fueron asesinados con lujo de barbarie, su iglesia vivía una persecución a gran escala.

Los obscuros escuadrones de la muerte decidieron callarlo, disparándole una bala en su corazón. El día de su entierro hubo muchos muertos, los cuerpos de seguridad seguían masacrando al pueblo humilde, al pueblo que tanto quiso y sigue queriendo a Monseñor Romero.

El martirio del profeta germinó y como frutos nos dió una Democracia que hay que cuidar y seguir construyéndola día con día para hacer de El Salvador, una nación nueva, la nación que hubiera querido nuestro San Romero de América.

Ariel Romero | Escritor